Cada signo tiene características que lo elevan a la cumbre, como otras que hacen que los queramos muy lejos de nuestro lado. Te invitamos a descubrir ambos extremos de Aries.
Lo mejor de Aries.
Optimismo: es contagiosa la forma positiva con que Aries se enfrenta a cada nuevo día. Los desafíos son una motivación para ellos, nunca un obstáculo. Por más difícil que sea lo que deben encarar, para ellos es posible y procurarán lograrlo con tota la alegría que los caracteriza.
Fuerza: tienen una gran fuerza de voluntad para perseguir lo que desean. Son también personas que hacen la sensibilidad a un lado para seguir adelante y recuperarse de cualquier embate que la vida les tenga preparado. Es en esta fortaleza que también suelen apoyarse las personas a su alrededor, ya que son excelentes para sostener a aquellos que dudan o que se encuentran tristes o debilitados.
Empuje: hay un motor interno que siempre está encendido en estos nativos. Su disposición ante todo lo que les interesa es admirable. No hay cansancio que los detenga cuando se trata de divertirse o de lograr lo que se han trazado en la vida. A ellos no les importa si lo que están haciendo tiene futuro o no, viven el momento con el ímpetu de un alma joven y con muchas ganas de experimentar.
Lo peor de Aries.
Inestabilidad: cuando se tiene tanto entusiasmo y cada propuesta se transforma en un desafío a conquistar, es inevitable sentirse y manifestarse de manera inestable. Lo que Aries hoy quiere, mañana puede llegar a ser parte del pasado y, lamentablemente, siempre hay personas que resultan lastimadas en el camino. Del mismo modo, también presenta una marcada inestabilidad en el amor. Le cuesta mucho comprometerse porque también es difícil que se enamore de verdad. Para el signo del carnero todo puede llegar a reducirse al entusiasmo que la pasión nos confiere al comienzo de una relación, pero muy difícilmente entregan el corazón y por ello les resulta tan fácil cambiar de pareja.
Efusividad: la efusividad que tienen actúa como un propulsor que los impulsa y los lanza hacia diferentes objetivos en la vida. Sin embargo, una vez que llegan a su destino, no siempre tienen muy claro qué hacer y puede que ya empiecen a bosquejar otro destino al cual dirigirse. Esto los convierte en personas poco confiables, pero no porque tengan la mala intención de engañar a quienes los rodean, sino porque ni ellos mismos son capaces de asegurar exactamente qué es lo que quieren.
Se aburren con facilidad: se lanzan con mucha fuerza a sus conquistas, pero una vez que las consiguen, tienden a aburrirse. La rutina no es para ellos, sino que necesitan variar. Por eso es que los vemos cambiar de trabajo, de casa y de amor de forma tan frecuente. Su ambición de cambio es tan fuerte que no disfrutan de aquello por lo que tanto han luchado. Esta característica les impide echar raíces y generar vínculos con las personas y con las cosas.
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